Las 3 enseñanzas de la filosofía estoica de Epicteto

La filosofía estoica de Epicteto corresponde específicamente al “estoicismo tardío”, el cual se desarrolla en Roma dos siglos después de Cristo.

Epicteto nace en una ciudad del Imperio Romano, dentro de lo que hoy conocemos como Turquía. Sin embargo, sobre la ubicación exacta, la fecha de nacimiento y quienes fueron sus padres se desconoce mucho. Lo que sí se sabe es que fue un esclavo la mayor parte de su vida, por lo que experimentó hambre, maltrato físico, frío, carencias y pobreza extrema.

Epicteto es un personaje que se acerca a la realidad de muchos hoy día. También se sabe que viajó con su amo a la ciudad de Roma, donde tuvo la oportunidad de ir a una escuela de filosofía y adquirir conocimientos que le permitieron enamorarse de ella.

Las enseñanzas de la filosofía estoica de Epicteto

Tenía apenas 40 años cuando Epicteto logra su libertad. Después de su experiencia como estudiante de filosofía, se dedicó a enseñarla. Esto, por supuesto, le trajo mucha felicidad y rápidamente fue adquiriendo fama y reconocimiento por sus enseñanzas, ya que era un buen maestro.

A sus clases asistían personas adineradas, interesadas en la política, De hecho, a sus clases asistió en varias oportunidades Flavio Arriano, un famoso político romano.

De esas notas surgieron 8 libros, de las cuales solo 4 sobrevivieron, y de esos textos se encuentran sintetizadas las ideas y el pensamiento de Epicteto.

¿Pero qué enseñaba Epicteto respecto a la felicidad? ¿Cuáles fueron sus ideas sobre la virtud? Eso precisamente te lo responderemos en este apartado:

1. Apaga los deseos

Con sus enseñanzas, Epicteto sugería abandonar los deseos y obsesiones por alcanzar y controlar las cosas que están fuera de nuestro control.

Son esas obsesiones las que hacen que el ser humano sea infeliz y miserable, provocando sentimientos de ira, frustración y envidia. Epicteto decía que el ser humano debía apagar esos deseos de conseguir fama y riqueza. En su lugar, practicar valores de humildad, compasión y amor.

«No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea más bien que se produzcan tal como se producen y serás más feliz».

Epicteto.

Para la filosofía que él enseñaba no solo se trata de apagar esos deseos enfermizos de fama y riqueza, sino también de eliminar aquellas aversiones que consideramos intolerables, por ejemplo: aversión a la pobreza, a la enfermedad, aversión por el rechazo, aversión por la humillación pública. Para la persona sabia ninguna de esas situaciones le puede quitar la calma ni la felicidad.

Es bien tener dinero, salud, respeto de los demás, pero ni ser pobre ni estar enfermo o ser calumniado son sinónimos de una vida desgraciada e infeliz.

2. Asume tu rol social

La filosofía estoica de Epicteto enseña que una persona de acción es también una persona que no solo busca su bienestar, sino también el bienestar de los grupos a los que pertenece, y, además, cumple su rol frente a la sociedad.

Una persona sabia y virtuosa cumple con sus obligaciones sociales. Así, por ejemplo, si tienes hijos, estos necesitan que tú estés presente como padre y, por lo tanto, tus acciones ante ellos deben ser las de un padre. Por otro lado, tus amigos no son tus hijos. Solo son tus amigos y debes comportarte como eso: un amigo.

Cada persona que aplique en su vida las enseñanzas de la filosofía estoica, debe aspirar a ser excelente en el cumplimiento de su rol, actuando siempre con virtud.

Sin embargo, actuar con virtud no garantiza que todos te quieran y te amen, ni mucho menos te asegura una vida de riquezas, ni siquiera te asegura una vida saludable. Pero lo que sí te puede ofrecer es felicidad y paz mental en cualquier situación que la vida te presente en el camino.

3. El asentimiento como práctica

El asentimiento en la filosofía estoica es una práctica que se relaciona con la reducción de esa carga emocional que por lo general el ser humano suele colocarles a sus acciones cotidianas.

De hecho, la palabra asentimiento significa «sin sentimiento» y eso no quiere decir que la persona que practique esta disciplina sea incapaz de sentir. Al contrario, la práctica se refiere más bien aquellos sentimientos que perturban la mente, como, por ejemplo: la ira, la desesperanza, el miedo y el pánico.

Para vivir feliz hay que juzgar las cosas de la manera correcta, porque lo que altera a una persona no son las circunstancias en sí, sino más bien los juicios sobre esas circunstancias que puede estar experimentando.

Las ideas de Epicteto transmiten mucha humildad, pero también nos dejan claro que hay cosas que están fuera de nuestro control y que simplemente no podemos manejar.

Aceptar con humildad los fracasos y esas limitaciones propias de la naturaleza humana es parte de ese proceso para alcanzar la felicidad y una vida de calidad.

Para finalizar, te invito a leer también: Las tres reglas de la felicidad (Según Aristóteles).